jueves, 25 de abril de 2013

La fuente del poeta


Buscando en la fuente del poeta, me di cuenta que los pensamientos nacían de su corazón, que los sentimientos invadían y dominaban por completo su mente, y que sus sentidos percibían y tomaban de la vida, de la muerte, del universo, de la nada y de ella misma, la inspiración.

Vi, cómo en el correr de su mar interno, las palabras fluían por sus venas y se filtraban en su numen, hasta llegar a la mano excitada que le daba libertad a lo más recóndito de su esencia, y plasmaba cada frase, en un boceto donde letra a letra cobraban significado.

Buscando en la fuente del poeta, entendí que no es diferente a los demás, sólo que él sabe tomar esa poesía que flota en el aire, en el espacio y por todos lados. Que puede ver a través de sus ojos el mundo, de una manera muy diferente y tan sencilla.

Es tan fácil para él, encontrar esa armonía en todo lo ordinario y cotidiano. Encuentra donde otros no lo hacen; puede tomar del dolor, de la soledad, del silencio, de las penas, del amor, de la virtud, del vicio y de las calamidades, y enfocarlos de una forma distinta.

Buscando en la fuente del poeta, hallé millones de versos, rimas, odas y poemas, que se preparaban para emerger de la oscuridad del abismo. Ideas llenas de magia y fantasía, apareciendo tras un vapor de tinieblas que iba despejando en su andar, una bella Musa ojos de miel.

Imágenes de paisajes que revelaban verdades escondidas, tras simples acontecimientos que a veces ignoramos, como el caer de la lluvia, el correr del arroyo, el perfume de la hierba, la tormenta furiosa; o como la salida y la puesta del sol, y el brillar de las estrellas en el firmamento.

Buscando en la fuente del poeta, supe que su espíritu tenía una visión más profunda de la naturaleza, noté, cómo se emocionaba con detalles tan pequeños, pero tan grandes, que muchos pasan desapercibidos, como los colores del arcoiris, el trinar de los pájaros y el susurro del viento en sus oídos.

Como un niño, buscaba formas en las nubes, escuchaba música en el crujir de las amarillas hojas marchitas, creaba historias excepcionales de un bosque perdido, exploraba los misterios del padre cronos en todas sus variantes, e inventaba juegos que se juegan con ángeles.

Buscando en la fuente del poeta, pude confirmar con certeza, que sus pensamientos nacían de su corazón, que los sentimientos eran la guía inquebrantable de su mente, y que sus sentidos, sólo servían para absorber esa inspiración que ella va sembrando y esparciendo a su paso.

Buscando en la fuente del poeta, me di cuenta que sólo me estaba observando a mí; como si estuviese parado frente a un espejo, yo mismo era el del otro lado. No fue un sueño, sino un viaje al centro de mi alma, una introspección a ese lugar donde se introduce la imagen de ella, para provocarme la poesía cada vez que la pienso, y cada vez que se procesa la esencia de su ser, en mi corazón.


e.g.
(Elucidario Personal)

lunes, 18 de marzo de 2013

La mujer sin rostro


Haciendo reflexión en mis años de adolescencia, vino a mí ese sentimiento de seguridad que una vez siendo joven pude experimentar.

Jamás me preocupé por ti, porque siempre supe lo que esperaba de la mujer que amaría, lo que me inquietaba de vez en cuando, era el hecho de que al tratar de pensar en ti, tu imagen se desvanecía.

En ocasiones, llegué a soñarte, y a pesar de que nunca vi tu rostro, sabía con exactitud cómo eras internamente, y te amaba antes de conocerte. Posiblemente, todos experimentamos ese sentimiento en alguna etapa de nuestra vida, y quizás, muchos intentamos ponerle cara a esa silueta.

Hoy, meditando en eso, me di cuenta de lo que estaba olvidando, y mi sentir en aquellos días del ayer, era así, cuando intentaba pensar en ti, no podía recordarte, la razón me decía: “Cómo lograrlo, si nunca te conocí”.

Entre la bruma que había en mi cabeza, podía visualizar tu forma, trataba de abrazar tu imagen, pero mi mente permanecía en blanco; la niebla en mi memoria, cegaba mi recuerdo de ti, mi entender se encontraba nublado, y sólo tu sombra veía; trataba de respirar tu aroma no conocido, mientras que el viento del no me acuerdo, soplaba llevándose tu cara nunca antes vista.

Me sorprendía que a tantos años de no conocerte, seguías entre la penumbra de mis recuerdos. Sabía que el reflejo de tu figura desintegrada, continuaba en silencio inquietando mi sentir.

En la inmensidad del mar de mis pensamientos, te hallabas perdida, qué hacer para encontrarte y rescatarte, si nunca te había visto. En ocasiones, me preguntaba cómo era que estabas ahí, si jamás te conocí. A pesar de que algunas veces intenté ponerle rostro a tu imagen, nunca lo conseguí.

Por otro lado, me ahogaba la idea del caminar tan lento del tiempo, que no ayudaba para nada, talvez, en algún lapso del mismo, en algún momento o instante de éste, esa neblina desaparecería, y serias revelada a mí.

Posiblemente, en un futuro de mi porvenir, ese modelo perfecto de mujer idealizada, podría descubrir. Con certeza, sabía que existías y te encontrabas por ahí, esperado también al hombre sin rostro, que te haría feliz. ¿Acaso sería yo?


e.g.
(Elucidario personal)

miércoles, 27 de febrero de 2013

Sé…


Sé de un hombre que se estremece, en la nostalgia de unos hermosos ojos de miel. Que al voltear hacia el cielo en la noche oscura, no encuentra la constelación de los dos luceros magnéticos y brillantes. Esos que hacían que las cosas sucedieran, con el solo hecho de recibir un cristalizado haz de su divina aura.

Sé del mismo hombre, que se perdió caminando bajo la triste lluvia de un noviembre que amaneció melancólico, con el cielo eternizado de grises. Lastimado por precámbricos recuerdos de mil años de soledad, desentrañados de la hebra enmarañada que volvió de su exilio, en lágrimas de hiel.

Sé que allá en la lejanía de los horizontes invisibles, vaga errante en los contornos, por el último lugar del mundo, una esencia de ternuras, alquimias y polvos de hadas, que atraen la mirada con una despiadada fuerza, arrastrándola por valles, relieves y collados, extraviándola en el hechizo de la silente añoranza.

Sé del terrible pandemónium que aprisiona la voluntad; del mar de desesperación que la pone a naufragar; de los terribles momentos cargados de lapsos sin fe; de una necesidad que no encuentra su claroscuro, en el puerto de la esperanza; de esa insuficiencia que sigue creciendo en el abismo sin fin.

Sé que en cada alba y ocaso, atacan las estampidas de la indiferente ausencia. En una almohada sin contenido, veo las estelas de los inhóspitos desiertos; los páramos asesinos, en una habitación vacía; los colores del sol, que sólo manchan de luto el día, y una fotografía, humedeciendo las ventanas de mi alma.

Sé de un hombre, que se hunde en las dunas del abandono, cada vez que ve ocultarse la luz de su bella Venus. Así de rápido se ve cayendo, en el precipicio sin fondo, y en un ínfimo instante, ya se encuentra extrañando las pupilas aceitunadas, de pronto, todo pierde su sentido, …el mundo, ha dejado de girar.


e.g.
(Elucidario personal)

domingo, 17 de febrero de 2013

Y lloré…


Un día, me encontré corriendo por la vida en un desierto lleno de soledades salvajes, esas que devoran los momentos de felicidad que uno ha ido sembrando en su camino, al transitar por esta esfera celeste; pero al voltear hacia atrás, sólo vi un gran vacío repleto de inmensa nada, de pronto, un extraño sentimiento ignoto se apoderó de mi ser, y sin saber por qué, mi espíritu se humedeció… Y lloré…

Al ir pedaleando las cuestas que surgen en este globo terráqueo, subí hasta un volcán de espíritu dormido, cuando pasé junto a él, sentí la furia de millones de ausencias gritando desesperadas, agonizando, sumergidas en el descuido de voces mudas, que después, volvían a emerger en ecos silenciosos atizando la memoria. Al alcanzar el pico del águila, la claridad me iluminó con un raro sentimiento que no distinguí... Y de nuevo lloré…

Conmovido por los frutos de un sentimiento que no conocía; me invadió el amor, el gozo, la paz, la paciencia, la bondad y la fe. Y quería reír, y quería cantar, y quería brincar; de repente, una visión se desplegó en mi mente, y vi a los enemigos ocultos que danzaban a mi alrededor como depredadores insaciables, burlándose y escarneciéndose de una familia abandonada, y de un hombre confundido en las pasiones mundanas... Y volví a llorar…

Desde entonces, camino de la mano de Dios, y recibo su amor y la guía que me irradia con su sagrada influencia; el albedrío ejercitado por inspiración, me aleja y desencadena de las adicciones y de los vicios. Anoche, volando extasiado por el reino de Morfeo, se expandió por toda mi cabeza un sublime sueño, y me vi caminando al lado de mi familia por las eternidades… Y una vez más, lloré…

Y tomé de la nada que flota en el aire, los poemas que chocan en los paisajes; las historias que van enredadas en la brisa del mar; los versos que destellan los colores de la naturaleza; las leyendas que cuentan las hojas crujientes y doradas, cuando se avientan a morir por siempre bajo la influencia nostálgica del otoño; y la experiencia de la vida, atrapada en los engranes de la maquinaria del anciano cronos… Y otra vez, lloré…

Y lloré poesía, cuando vi el cielo azul besarse con la tierra, allá a lo lejos en el vasto horizonte; cuando los cadáveres de las sirenas muertas, nadaban sobre las olas a la orilla del mar, estrellándose contra los acantilados; cuando un trinar de aves, se dejó escuchar como un coro de ángeles celestiales, y comprendí que había estado sordo toda la vida; cuando mil rayares de albas, abrieron con su luz mis ojos, y supe que ya no estaba ciego.

Un día, al ir corriendo por la vida, me vi entre silenciosos leones de arena, esos que asechan furtivamente por todos lados, y a la vez, no están en ninguno; una melancolía indescriptible invadió de golpe la esencia de mi identidad, y al ver evaporarse los instantes de alegría tras de mí, el espíritu de Dios tocó mi corazón, y al darme cuanta de la verdad escondida, las ventanas de mi alma se empañaron… Y lloré…



e.g.
(Elucidario personal)

miércoles, 13 de febrero de 2013

Extraviado en la lluvia


Desorientado noviembre
amaneciste melancólico;
eternizado de grises,
rumiaba tu crespo firmamento;
tus eclipsantes y abstractas nubes,
lloraban a mares;
sentimientos mudos,
llenaban centurias de soledad.

Presagiando obscuridades,
las intrincadas angustias;
masas acuosas,
se desparramaban en el turbado éter;
ennegrecido de pesadumbres,
se saturaba de tristezas;
y un latido gemelo,
palpitaba muy lejos de mi corazón.

El taciturno llanto,
empapaba de nostalgias mi alma;
un chipichipi interminable,
bajaba con tanta melancolía;
el ánimo se extraviaba
en los manglares de aflicciones;
y no paraban de acumularse,
cuajados recuerdos de ti.

Imágenes encapsuladas,
incineraban el pensamiento;
martirizaban la memoria,
con instantes de agua salada;
la desaforada máquina de amor,
desorbitaba su cauce;
y los engranes de romanticismo,
se pasmaron de dolor.

Errabundo en un valle húmedo
de sombras marchitas,
desde un horizonte a otro,
era la misma historia sin fin;
aborregados y pardos nimbos,
se vaciaban lentamente;
y sobre el suelo, se estancaban
los charcos de suave ternura.

Apoderándose de mi esencia,
descongelados vestigios;
ofuscado por oxidantes lágrimas,
el menguado espíritu;
lastimado de penas y deterioro,
por mil años de soledad,
caminé perdido, bajo la triste lluvia
…de ese noviembre.



e.g.
(Elucidario personal)

martes, 29 de enero de 2013

Viví mi vida


Fue un día frío de febrero
cuando la brisa tocó mi cara,
mil besos tiernos llenos de amor
llovieron en mi frente,
las suaves caricias de unas manos
me dieron seguridad,
y esa, mi primera mirada,
fue para una mujer celestial.

Ahí, en el calor de un hogar feliz
mi vida transcurrió,
entre niños, risas, llantos y juegos,
la alegría abundó,
caídas, golpes, dulces y juguetes,
nada de niño faltó,
y paso a paso, el desarrollo,
con el tiempo a mí me llegó.

En esos días de escuela
una semilla comenzó a germinar,
compañeros, maestros,
padres y amigos, todo era ideal,
una calle, un patio y un río,
fueron mis primeros lugares,
un perro, un loro y un pato,
mis mascotas consentidas.

La niñez pasó volando
y la adolescencia tomó su lugar,
más tareas, más maestros y más regaños,
era lo normal,
mil poemas, mil dibujos y mil cartas,
cosas de esa edad,
fantasías y cuentos de hadas,
impregnándose de amor.

Juventud, amor, valor y fortaleza,
todo eso me sobró,
más dibujos, más poemas y más cartas,
el amor surgió y floreció,
del deporte, del ajedrez y la música,
su esencia me apasionó,
un artista medio poeta y escritor,
en mí por fin despertó.

Hoy vivo mi vida
al lado de mi bonita ojos de miel,
de dos traviesos ángeles hermosos
en plena flor de niñez,
una pasión que me llena de amor,
un corazón de poeta,
y un espíritu indómito
tratando de desarrollar un gran don.

Cuando el ocaso llegue
a las puertas de mi plena vida,
con una sonrisa en la cara
recibiré el marchitante otoño,
no me arrepentiré de haber amado
a Dios y a mi Musa,
porque podré decir sin ningún pesar,
…que viví mi vida.



e.g.
(Elucidario personal)

miércoles, 23 de enero de 2013

Mi tiempo


Mirando el reloj
el tiempo se hizo efímero,
sesenta segundos pasaban,
y otro minuto se consumía.

Poco a poco los minutos,
luego fueron horas y horas,
arenas acelerándose al vacío,
y la clepsidra, evaporándose.

Mirando el reloj
el tiempo nunca avanzaba,
segundos con lentitud llegaban,
minutos y horas se estancaban.

Todo era reír, correr y jugar,
tristezas y amargura no había,
solamente investigar y desarmar,
y preguntar por qué y por qué.

Mirando el reloj
el tiempo se cubrió de polvo,
el oxido corroyó los engranes,
y los días no tuvieron sentido.

Fue en la época adolescente,
cambios surgiendo en la vida,
el desarrollo, el cuerpo maduró,
mas el intelecto, aún aletargaba.

Mirando el reloj
el tiempo al abismo desfilaba,
la experiencia, enseñanza dejó,
y la sabiduría, por fin se asomó.

Mil historias mi mano escribía,
mil poemas que mi mente soñó,
libros que en mi corazón vivían,
y un don, que en la tinta surgió.

Mirando el reloj
el tiempo no detuvo su curso,
los momentos se amotinaban,
y más horas kamikazes nacían.

Yo una gran familia formaba,
más amor al corazón le sumaba,
penas y alegrías en mí giraban,
y las canas, comenzaron a salir.

Mirando el reloj
el tiempo se desvanecerá,
los segundos ya no morirán,
y los instantes, serán eternos.

El tiempo se perfeccionará,
jamás se volverá a fraccionar,
un suspiro no tendrá medida,
y el momento, inmortal vivirá.

Mirando el reloj
el tiempo se hizo efímero,
sesenta segundos pasaban,
y otro minuto se consumía.

Poco a poco los minutos,
luego fueron horas y horas,
arenas acelerándose al vacío,
y la clepsidra, evaporándose.


e.g.
(Elucidario personal)

martes, 8 de enero de 2013

Tres mundos


Sentado frente a una playa
veo tres mundos,
un océano saturado
de inmensa vida acuática,
una masa terrestre
ocupada por ciclos bióticos,
y miles de pensamientos
condensándose aquí.

Tres mundos bajo
la misma atmósfera celeste,
en el verde mar
un delfín chapotea sapiencia,
a la orilla, una tortuga centenaria
riega paciencia,
y en la playa, al observar,
se gana experiencia.

Surcando el espacio
de tres mundos diferentes,
del fondo de las diáfanas aguas
brotan las ideas,
en la belleza de los naturales
paisajes, creatividad,
y del interior de un complejo
entender, la poesía.

Vislumbrando la perspectiva
de mundos distintos,
millones de universos
se desplegaron en mi mente,
las esferas fusionadas
se derramaron en versos,
y al abrir mi corazón,
me convertí en ser humano.



e.g.
(Elucidario personal)