domingo, 17 de febrero de 2013

Y lloré…


Un día, me encontré corriendo por la vida en un desierto lleno de soledades salvajes, esas que devoran los momentos de felicidad que uno ha ido sembrando en su camino, al transitar por esta esfera celeste; pero al voltear hacia atrás, sólo vi un gran vacío repleto de inmensa nada, de pronto, un extraño sentimiento ignoto se apoderó de mi ser, y sin saber por qué, mi espíritu se humedeció… Y lloré…

Al ir pedaleando las cuestas que surgen en este globo terráqueo, subí hasta un volcán de espíritu dormido, cuando pasé junto a él, sentí la furia de millones de ausencias gritando desesperadas, agonizando, sumergidas en el descuido de voces mudas, que después, volvían a emerger en ecos silenciosos atizando la memoria. Al alcanzar el pico del águila, la claridad me iluminó con un raro sentimiento que no distinguí... Y de nuevo lloré…

Conmovido por los frutos de un sentimiento que no conocía; me invadió el amor, el gozo, la paz, la paciencia, la bondad y la fe. Y quería reír, y quería cantar, y quería brincar; de repente, una visión se desplegó en mi mente, y vi a los enemigos ocultos que danzaban a mi alrededor como depredadores insaciables, burlándose y escarneciéndose de una familia abandonada, y de un hombre confundido en las pasiones mundanas... Y volví a llorar…

Desde entonces, camino de la mano de Dios, y recibo su amor y la guía que me irradia con su sagrada influencia; el albedrío ejercitado por inspiración, me aleja y desencadena de las adicciones y de los vicios. Anoche, volando extasiado por el reino de Morfeo, se expandió por toda mi cabeza un sublime sueño, y me vi caminando al lado de mi familia por las eternidades… Y una vez más, lloré…

Y tomé de la nada que flota en el aire, los poemas que chocan en los paisajes; las historias que van enredadas en la brisa del mar; los versos que destellan los colores de la naturaleza; las leyendas que cuentan las hojas crujientes y doradas, cuando se avientan a morir por siempre bajo la influencia nostálgica del otoño; y la experiencia de la vida, atrapada en los engranes de la maquinaria del anciano cronos… Y otra vez, lloré…

Y lloré poesía, cuando vi el cielo azul besarse con la tierra, allá a lo lejos en el vasto horizonte; cuando los cadáveres de las sirenas muertas, nadaban sobre las olas a la orilla del mar, estrellándose contra los acantilados; cuando un trinar de aves, se dejó escuchar como un coro de ángeles celestiales, y comprendí que había estado sordo toda la vida; cuando mil rayares de albas, abrieron con su luz mis ojos, y supe que ya no estaba ciego.

Un día, al ir corriendo por la vida, me vi entre silenciosos leones de arena, esos que asechan furtivamente por todos lados, y a la vez, no están en ninguno; una melancolía indescriptible invadió de golpe la esencia de mi identidad, y al ver evaporarse los instantes de alegría tras de mí, el espíritu de Dios tocó mi corazón, y al darme cuanta de la verdad escondida, las ventanas de mi alma se empañaron… Y lloré…



e.g.
(Elucidario personal)

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