miércoles, 27 de febrero de 2013

Sé…


Sé de un hombre que se estremece, en la nostalgia de unos hermosos ojos de miel. Que al voltear hacia el cielo en la noche oscura, no encuentra la constelación de los dos luceros magnéticos y brillantes. Esos que hacían que las cosas sucedieran, con el solo hecho de recibir un cristalizado haz de su divina aura.

Sé del mismo hombre, que se perdió caminando bajo la triste lluvia de un noviembre que amaneció melancólico, con el cielo eternizado de grises. Lastimado por precámbricos recuerdos de mil años de soledad, desentrañados de la hebra enmarañada que volvió de su exilio, en lágrimas de hiel.

Sé que allá en la lejanía de los horizontes invisibles, vaga errante en los contornos, por el último lugar del mundo, una esencia de ternuras, alquimias y polvos de hadas, que atraen la mirada con una despiadada fuerza, arrastrándola por valles, relieves y collados, extraviándola en el hechizo de la silente añoranza.

Sé del terrible pandemónium que aprisiona la voluntad; del mar de desesperación que la pone a naufragar; de los terribles momentos cargados de lapsos sin fe; de una necesidad que no encuentra su claroscuro, en el puerto de la esperanza; de esa insuficiencia que sigue creciendo en el abismo sin fin.

Sé que en cada alba y ocaso, atacan las estampidas de la indiferente ausencia. En una almohada sin contenido, veo las estelas de los inhóspitos desiertos; los páramos asesinos, en una habitación vacía; los colores del sol, que sólo manchan de luto el día, y una fotografía, humedeciendo las ventanas de mi alma.

Sé de un hombre, que se hunde en las dunas del abandono, cada vez que ve ocultarse la luz de su bella Venus. Así de rápido se ve cayendo, en el precipicio sin fondo, y en un ínfimo instante, ya se encuentra extrañando las pupilas aceitunadas, de pronto, todo pierde su sentido, …el mundo, ha dejado de girar.


e.g.
(Elucidario personal)

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